La lectura, locura: cuídese de falsas terapias


Que un libro se lee y se contempla con los ojos no es una mentira, pero se queda corta como verdad.Los autores de este libro tenemos una hipótesis que dice así: un libro se lee y se contempla con todo el cuerpo, con los ojos, la laringe, las manos, la médula espinal, la hipófisis, las glándulas suprarrenales, la vagina, el axis, la tibia, los bronquios, el pene, la vena cava, el miocardio, la vesícula biliar, los riñones, los bíceps y los pelos de cualquier sitio donde tengamos pelos.           
Me gustaría poder decir que la lectura cura, más allá del juego de palabras de “la lectura lo-cura” pero no es posible hacerlo sin caer en la ingenuidad o en la demagogia. Cura la ciencia, si es que puede. Curan los desvelos de las gentes de la sanidad que con sus buenas prácticas, sus pequeñas y grandes gestas quitan lo que sobra y añaden lo que falta. Cura la química que somos, cura la serotonina, la dopamina, la insulina y el cortisol. Cura la mano que nos aprieta y nos asegura que saldremos porque no estamos solos.
La lectura no cura, pero ¡ay!¡qué poder! ¡Y qué binomios fantásticos se pueden establecer entre lectura y hospital o entre literatura y enfermedad! Porque todo ello tiene connotaciones comunes:
  • Los buenos libros son campos magnéticos de cuya atracción no se puede huir. Y en los hospitales, o nos atrapa la lectura o nos abduce una cama, una férula de Braun o una bomba de perfusión. Leemos para saber que el mundo es más grande de lo que en este momento podemos abarcar.
  • Cada lectura es un acto de resistencia a todas las contingencias y la falta de salud es la mayor de las contingencia.
  • La lectura es un acto solitario, íntimo que requiere de tiempo y si algo sobra en un hospital es tiempo que hay que tejer, con palabras, con hastío o con desesperación, cada uno elige.
  • La lectura y la enfermedad advierten al lector de la imperfección del mundo, de la necesidad de transformarlo y de que todo lo que hoy es, mañana ya no será. Esa esperanza comparten, esa ilusión, esa revolución.
  • Leemos para saber que no estamos solos, tampoco ante la enfermedad porque las vidas y las voces de otros nos acompañan.
Justificada la relación, nos queda hablar de cómo configurar el engranaje. Tiraremos del ovillo, sabiendo que no hay más lana que la de ofrecer a nuestros pacientes alumnos/as los mejores libros, de entregar la llama y de avivar el fuego. 

Para empezar a hablar de ¿qué libros? me gustaría mostrar hoy, a modo de ejemplo y porque viene al hilo, Este cuerpo es humano, un libro de Grassa Toro, ilustrado por José Luis Cano y que edita Thule, un libro entre la divulgación y la poética. “Lo mejor de este libro es que no dice todo. Así deja sitio para que otros digan” dicen sus autores. Y como a los seres humanos nos resulta más fácil entender la realidad si la partimos, ellos construyen este atlas de anatomía en pedazos pero sin olvidar la integridad que conforman.

De este modo, nos hablarán de:

  • Órganos genitales: donde se empieza por el principio.
  • Sistema nervioso: donde se presentan algunas preguntas de difícil respuesta con la intención de no dar nada por sabido.
  • Cerebro: donde se razona por qué no tenemos que asustarnos de nada.Sistema endocrino: Donde se hace caso a la voz interior.
  • Cráneo: donde se descubre que la muerte es otra cosa.
  • Esqueleto: Donde nos acordamos de dónde venimos y de cómo acabaremos.
  • Aparato fonador: donde se diferencia entre decir y acertar.
  • Aparato circulatorio y sistema linfático: donde se reconoce que todo pende de un hilo.
  • Corazón: donde se propone buscar otra ubicación a ciertas pasiones
  • Aparato urinario: donde se trata del beneficio de la meada.
Y con todo ello, tal vez en algún momento se nos erice la piel y no de frío.



Comentarios

Entradas populares de este blog

La importancia del relato

El viaje de la vida

Sólo a lo que conocemos podemos darle la mano sin miedo.